Queda muy poco para que acabe el presente curso escolar. Pasará el verano, sagradas y divinas vacaciones, y una nueva experiencia educativa habrá terminado. Este curso he estado inmersa en un proyecto educativo de mejora de calidad que ha sido muy satisfactorio. Anteayer, un alumno me preguntaba cómo podía derrochar tanta energía todos los días en clase, incluso con ellos que son un grupo un tanto peculiar (fracaso escolar mezclado con vagos y desmotivados). Le respuesta no la tuve que pensar: me encanta mi trabajo. Si no creyera en lo que hago, posiblemente sería uno más de esos pobres docentes que se arrastran amargados por los pasillos y patios escolares. No creo que sea un mérito mío, simplemente vivo intensamente lo que hago. Intento que sea así en todo en lo que me aventuro. Nuevo curso, nuevas caras. ¡Estoy deseando!
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