jueves, 6 de junio de 2013

Pasar página


Se levantó aquella mañana con un sabor amargo y metalizado. Le recordó el sabor del hierro oxidado y se dio cuenta de que aquello le nombraba aquel mal momento. Desde hacía dos meses bebía y olvidaba con la misma facilidad. En el pasillo oscuro de su memoria aún atinaba a  saber que había perdido mucho, más de lo que jamás pensó. De un modo obstinado se empeñaba en autocastigarse por aquello que ya no tenía solución. Se levantó mareada y resacosa, tropezó con gran parte de su ropa de la noche anterior llegándole un olor amargo que no fue capaz de identificar. Entonces, miró por la ventana y lo vio. Apenas un instante puede cambiar toda una vida. Aquel anciano vacilaba, borracho, por la desierta calle trasera de su vivienda. Entre la nebulosa que provoca el alcohol fue capaz de mirarlo a los ojos. Y vio el vacío abisal de la nada. Supo que había llegado el momento. Decidió prepararse un café para poder pasar página.




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